lunes, 2 de mayo de 2011

Magia para el cuerpo perfecto


Gente jugando a ser delgada...y jugando al mismo tiempo con su salud...

De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, el 52% de la población en México tiene sobrepeso y cerca del 26% sufre obesidad. Ante esta inminente realidad en el país, se han realizado estudios para determinar las causas o factores que han influido en la misma para llegar a dichos resultados. Entre los más notorios se encuentran los ritmos de vida alterados que han tenido las familias mexicanas de las últimas décadas, es decir, rutinas laborales o de otra índole que han traído como consecuencia las alteraciones en la alimentación de las personas. Sumado a esto, las mismas rutinas y el aumento de estrés entre la población han propiciado el sedentarismo: la gente ya no tiene tiempo ni ganas para hacer ejercicio o cualquier actividad física. Felipe Torres Torres, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, apunta un último factor determinante que influye en el sobre peso que se vive en el país: el económico. De acuerdo con Torres, el 70% de la población mexicana no puede tener acceso a los productos de la canasta básica por sus bajos ingresos, por lo cuál se ve en la necesidad de elegir mayor cantidad en lugar de mayor calidad (Torres en Aguilar, 2005).

No obstante, muchas personas parecen haber encontrado la solución a sus problemas de sobre peso u obesidad en productos que vieron en la televisión, le tienen fe a dichos productos porque se los anuncian como medicamentos, suplementos alimenticios que los ayudaran a bajar de peso rápidamente y sin ningún riesgo. Estos productos son llamados “productos milagro”.

José Armando Aguilar dice que un producto milagro a aquél que usa estrategias publicitarias para recalcar sus cualidades benéficas para algo, ya sea terapéuticamente, preventiva o curativa, y cuyos efectos son prometedores (Aguilar, 2005).

Por otra parte, según Juan del Real (2010) los productos milagro son todos aquellos productos, sustancias o métodos que “dicen” disponer de una pretendida finalidad sanitaria, incumpliendo en algunas ocasiones las exigencias de veracidad, claridad e información sobre su contenido, composición, naturaleza o efectos (Del Real, 2010).

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