lunes, 16 de mayo de 2011

Infomerciales: Publicidad engañosa


En un sondeo realizado por la PROFECO en el 2004, en la Ciudad de México, de 300 personas entrevistadas (150 mujeres y 150 hombres), el 32% de las mujeres habían consumido algún producto milagro, y casi el 80% de ellas tenían entre 20 y 35 años de edad, por lo que la juventud resulta directamente proporcional a la necesidad de tener un cuerpo esbelto. Entre los productos más utilizados se encontraron el Redugrass y Slim Fast, los cuales fueron escogidos por su publicidad en la televisión, donde prometían resultados casi inmediatos.

Los infomerciales tienen una estructura que resulta exitosa. De acuerdo con Jacqueline Ruiz y Alfredo Abaroa, esta estructura tiene un primer momento cuando un presentador habla sobre un problema social común (en este caso aplicaría el sobre peso, por ejemplo), después viene la presentación del ‘producto milagro’ y el ofrecimiento de cambio de vida rápida y eficazmente, posteriormente se realiza una comparación con productos similares (la competencia) y se realzan los beneficios del producto presentado, que es mejor en resultados y en precio. A continuación se muestran testimonios de personas a las que el producto les ha cambiado la vida, o especialistas que resaltan las ventajas del producto para concluir con la estrategia de convencimiento pasivo-agresiva, es decir, remarcan insistentemente la tragedia de no contar con el producto que otorga múltiples beneficios. Por último, pasan a la parte de los descuentos, los cuales únicamente aplican para los afortunados que marquen en ese momento (Ruiz y Abaroa en Aguilar, 2005).

Tomando en cuenta lo anterior, puede decirse que detrás de esos productos milagrosos hay una estrategia publicitaria muy bien planeada. Eulalio Ferrer define a la publicidad como una actividad que provoca a la acción inmediata antes de que las cosas perezcan, que vive de simplificar todo lo difícil y de convertir en síntesis todo lo explicable (Ferrer, 2002: 14).

Luis Sánchez Corral dice que la publicidad produce un discurso eficaz social y económicamente; esa comunicación publicitaria se vuelve ‘natural’ cuando desaparecen las relaciones personales entre productor y consumidor y son reemplazadas por relaciones anónimas y colectivas que impone la producción para el mercado. La estrategias persuasivas de los textos publicitarios se apropian de los esquemas formales de la narrativa para producir efectos de sentido que oriente unidireccionalmente los deseos del destinatario, mismos que son deseos construidos semióticamente por las mismas instancias del discurso (Sánchez, 2009: 35).

Las personas que ven estos anuncios comienzan a creer en los productos milagro porque se los disfrazan como suplementos alimenticios que lo prometen todo, a pesar de no tener una base científica. Por otro lado, les exponen el estereotipo del ‘cuerpo ideal’ y lo ponen a su alcance sin necesidad de ejercicios ni dietas rigurosas, por lo cual surge esa necesidad/obsesión por adquirir el producto creyendo que es el remedio idóneo, sin pensar que se están automedicando. Enrique Guinsberg dice que la publicidad mostrará la existencia de una necesidad que sólo será satisfecha mediante la compra del producto (Guinsberg, 2001: 92). Por su parte Sánchez señala que el cuerpo, al ser erotizado en el anuncio publicitario, crea un lenguaje corporal que proyecta programas narrativos hipotéticos que lo convierten en un objeto deseado para que se desee el producto que soporta todo el conjunto de significaciones (Sánchez, 2009: 268).

Ferrer dice que el perfil del consumidor muestra al ser humano con cierto deseo de seguridad, una clase de protección acogida a los mecanismos del convencimiento. Por ello es más sensible a un argumento emocional que a una apelación racional. Este perfil revela tanto una realidad como una aspiración (Ferrer, 2002: 43). Tomando en cuenta lo anterior, esta realidad/aspiración que plantea Ferrer alienta a las personas a consumir un producto que le proporcione una seguridad.

Sin embargo, esa seguridad puede verse nublada por la autenticidad del producto consumido, es decir, ¿qué tan efectivo es el producto milagro en realidad?

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